¡Hola a
tod@s! Llevo mucho tiempo sin actualizar el blog. En esta ocasión os dejo un
cuento motor destinado al segundo ciclo de educación infantil. Espero que lo
disfrutéis tanto como yo.
Pd: Entre
paréntesis se explican los gestos y movimientos que debemos realizar con los
niños.
Materiales:
Esterillas, cuerdas, picas cortas, aros, bancos suecos, zancos y
música oriental relajante.
RAMÓN Y
LA COBRA DORMILONA
De un país muy lejano vino volando Ramón en su alfombra voladora. (Se
sientan en el suelo en tres filas, encima de las esterillas, simulando que son
alfombras voladoras). Durante el viaje Ramón observaba todo el
paisaje que veía, altas montañas y blancas y esponjosas nubes. (Con la
mano a la altura de la vista observan todo lo que ven).
Pero despistado con la belleza del paisaje no se da cuenta que se acerca
una tormenta, el viento sopla muy fuerte (inspiramos por la nariz y soltamos por la boca de
manera prolongada) y lo zarandea hacia los lados, (movimientos de un lado a otro) poco a
poco se va adentrando en la tormenta y los rayos y truenos son cada vez más
cercanos. La lluvia cae con fuerza sin que pueda ver más allá de la
alfombra (golpes rápidos en la palma de la mano con dos dedos de la otra mano).
Un fuerte golpe de viento le hace descender rápidamente y aterriza en un
bosque y decide buscar un lugar para refugiarse de la tormenta.
Encuentra una cueva y hace un fuego para calentarse, busca ramas
cerca de la cueva pero están mojadas y les cuesta mucho arder así que Ramón
tiene que soplar y soplar para que el fuego se avive(soplidos
cortos y soplidos prolongados), cuando el fuego ya arde con vigor se coloca cerca
de él para calentarse mejor (los niños se colocan en círculo y se frotan las
manos). Cansado del viaje quiere dormir un poco, pero Ramón no sabía
que no era el único inquilino de la cueva.
Una joven cobra también se había refugiado allí de la tormenta y atraída
por el fuego salió de su agujero, se acercó a Ramón y dio varias vueltas a su
alrededor, se enroscó a él empezando por los pies, hasta llegar a las rodillas (en
parejas, uno tumbado y el otro sentado a su lado con una cuerda se la va
enroscando desde los pies hasta las rodillas) y Ramón se despertó muy
asustado sin saber que hacer.
Recordó que del país que él venía, utilizaban la música para tranquilizar
a los animales y así lo hizo, sacó una antigua flauta que tenía entre sus cosas
y se puso a tocarla (con las picas cortas imitar que tocan la flauta). En un
instante la cobra empezó a cerrar los ojos y lo seguía allí donde Ramón iba, la
cobra se quedó tan relajada que se quedó dormida a su lado.
Al día siguiente, cuando Ramón se despertó la cobra había desaparecido,
guardó sus cosas y salio de la cueva en busca de alguna ciudad o pueblo
cercano. Vio a lo lejos un pueblo en lo alto de la montaña, para poder llegar a
él tenía que atravesar el bosque y subir la montaña, así que se puso en marcha.
Para hacer el camino más ameno se puso a tocar su flauta y sin saberlo la
cobra le seguía tras de si al son de la música. Cruzó un puente (banco
sueco), un pequeño riachuelo (saltar en los aros con los pies juntos) y subió a
lo alto de la montaña (recorrido con zancos), y por fin llegó al pueblo.
Ramón dio un paseo por el pueblo y no había nadie por las calles, le
extrañó un poco, por que una tarde tan agradable de primavera era imposible que
nadie quisiera pasear así que siguió recorriendo las calles y vio que dos niños
iban corriendo muy apresurados y decidió seguirlos.
Al final de la calle y volver la esquina entendió por que no había nadie
por la calle, todo el pueblo estaba observando como montaban un circo y Ramón
también se quedó.
Pasado un rato apareció por allí el encargado del circo y preguntó
a las personas del pueblo si alguna sabía hacer algo especial y
Ramón le contó que cuando él toca su flauta las serpientes se duermen; el
encargado del circo le pidió que se lo demostrara y así lo hizo.
Sacó su flauta y se puso a tocarla, y sin saber como de su
bolsa salió la serpiente que se había encontrado en la cueva el día
anterior. La cobra le seguía allí donde Ramón iba, hacía lo que él
quería y subía y bajada, se enroscaba…; todos se quedaron muy sorprendidos, y
el encargado del circo le dijo que si quería quedarse con ellos y participar en
el circo. Ramón no se lo pensó dos veces y acepto la oferta.
Desde entonces todas las tardes toca su flauta para que las serpientes se
duerman. (Música oriental y realizar ejercicios de tensión y relajación de
músculos).
FIN
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